Ahora que por fin
encuentro un momento de tranquilidad, creo que ha llegado el momento.
Lo normal, en estos
casos, es darselas a la familia y los amigos, por su apoyo, sus ánimos,...
por creer en mí más incluso que yo mismo.
Pero me vais a permitir
que sea un poco raro. Hoy no les voy a dar las gracias a ellos, que se las
merecen. Ya le agradeceré en persona el hecho de haber estado ahí, si es que no
saben ya de mi gratitud. No, hoy me dirijo a otras personas; a esos que nunca
me ayudaron, que nunca creyeron en mí, que incluso llegaron a llamarme
fracasado en cierta ocasión. A todos ellos, gracias. Gracias porque también es por vosotros que
estoy aquí hoy. De verdad os agradezco que me hayáis empujado hasta donde he
llegado.
Aunque también es cierto que ni vosotros mismos sabíais lo que hacíais
por mí.