martes, 14 de febrero de 2012

Casi todos los cuentos hablan de mí


Las dos quintas partes de su mundo se reducían a su persona y a su imaginación, en continuo enfrentamiento con las otras tres, necesarias, desagradables y reales. Sin la ayuda de su imaginación, desenfrenada bajo el estímulo de la soledad, se habría dado por vencido mucho tiempo atrás. Sin embargo, la esperanza se fue introduciendo poco a poco en su corazón y un brillo triunfal empezó a brotar de sus ojos, que sólo habían conocido la paciencia melancólica de la derrota.

Aguzó el oído mientras acallaba su mente inquieta por un instante. Y la escuchó… y la vio sonreír. Era Carina, la doncella que habría de endulzar sus labios y colmar mi corazón. El dulce rostro de una joven, el más bello – a su entender – que había visto jamás. Ésa era la manera como todos los Aubigny se enamoraban, de un certero disparo. Y entonces la vieja esperanza le susurró en el alma aquel divino ‘quizá’ que reconforta en los tiempos de mayor aflicción.

Mi instinto de novelista me permitió imaginar de inmediato la escena en un rapto de inspiración poética y apasionada. El pobre hombre, impedido de expresar su amor por su falta de cultura, había encontrado por fin la oportunidad de su vida. Había…

Pero miles de dudas lo asaltaron. Aunque estaba seguro de que no tenía otra posibilidad, no encontraba el valor suficiente para justificar su decisión. La oportunidad pasó y él  quedó perdido en pensamientos incoherentes y estériles.

Lo que  nuestro protagonista no sabe es que Carina estaba muerta en su interior, y sonreía  como hace tic tac el reloj, sin saber siquiera por qué. Y que él también era un episodio, y desaparecería.

Yo seguiré por el mundo con mi guijarro en el bolsillo.

viernes, 10 de febrero de 2012

El problema de Simon

Ya que las musas me tienen abandonado últimamente, recupero un artículo publicado en mis años de investigador.




El Problema de Simon