miércoles, 23 de mayo de 2012

Indígnome


8.40 de la mañana. La secretaria del instituto en el mercadillo de la Alameda. Ayer, cuando salía, la adelanté llegando a mi casa. A unos 7 minutos del insti a mi ritmo; a su ritmo 'pachón', deduje que habría salido 10 minutos antes, como tantas otras veces. Hasta 15 minutos antes; comprobado.

Y luego somos los 'maestros' los que tenemos muchas vacaciones, cobramos mucho y no damos un palo al agua. Si yo os contara...

Que conste que yo me considero bien pagado; muy bien pagado, en función de lo que hago. Pero, aunque mi trabajo es "sólo" mental, eso también agota. Y siempre te llevas trabajo a casa, si eres como yo.

Lo que me toca los cojones de todo esta situación es que me bajan el sueldo para rescatar bancos. ¡Ojo! Yo seguiré estando bien pagado, pero lo que me quiten a mi no será para dárselo a aquellos que lo merecen.

Y es todo esto (y algunas cosas más) lo que me tiene indignado estos días.

PD: Y no; no fui a la huelga. Porque no soy un borrego que hace las cosas sin pensar. Prefiero cambiar la situación desde dentro. Empezar a arreglar esto con las pequeñas aportaciones que pueda hacer. Al menos intentarlo. Porque, como dicen por ahí, esto sólo lo arreglamos entre nosotros. No podemos contar con políticos, empresarios, banqueros, sindicatos,...

Ahora podéis criticarme todo lo que queráis.

martes, 15 de mayo de 2012

Trágatelo todo... no dejes ni gota.

No te lo pienses. Es lo peor que puedes hacer. Simplemente déjate llevar. Después lo agradecerás. Pase lo que pase. Porque todo habrá sido más auténtico, más real, más visceral...
Trágate tu orgullo… trágatelo todo… no dejes ni gota.

domingo, 13 de mayo de 2012

Jugando a ser guionista


Escena: dos hombres charlando en un despacho. Rápidamente centramos la atención en una fotografía sobre la mesa y pasamos a la historia del personaje de la fotografía. Y de ahí saltamos a otra historia, fijándonos en “algo” (algún detalle) en segundo plano de la escena,… Y así ad infinitum.

viernes, 11 de mayo de 2012

Paciencia

Una vez leí un relato en un libro de texto del colegio. Era un libro de lengua, creo recordar. En él había un texto al final de cada tema. Me gustaba leer esos textos, aunque no lo mandase el profesor. Siempre leía todo lo que podía nada más comprar los libros del cole; antes incluso de ir al cole. Cuando comprábamos los libros estaba deseando llegar a casa y pasar la tarde leyéndolos. Los devoraba. Pasar las hojas, el olor a nuevo,… Como casi todo lo que caía en mis manos.

Bueno, a lo que iba. El texto en cuestión narraba las reflexiones de un barrendero. En resumen, venía a decir lo siguiente. El barrendero, cada mañana, al comenzar su trabajo, se encontraba al principio de una calle. Y tenía dos maneras de enfrentarse a ella: mirar al final de la calle y pensar lo mucho que le quedaba por terminar; o bien, mirar al primer árbol, y luego al siguiente,…. Es decir, dividir la tarea en pequeñas partes, para no agobiarse. Y esta opción era la que escogía nuestro protagonista.
Este texto me enseñó algo (como casi todo en la vida), si bien no fui consciente hasta más tarde. Y desde entonces, cada vez que me encuentro en una situación, o con una tarea que parece interminable, adopto la filosofía del barrendero.

Como aquel día de reyes, frío y lluvioso, podando parras empapado hasta los huesos. Cuando creía que ya no podía más, que aquello no acabaría nunca, recordé al barrendero y pensé: “cuando todo esto acabe (porque acabará, como todo en la vida), lo recordaré como una anécdota del pasado, calentito en casa; algo muy lejano en el tiempo. “ Entonces me tranquilicé y miré al siguiente árbol.

¿Fin?


No existen los finales felices. Ni tampoco los tristes. Pero eso es porque no existen finales, ni principios. Si acaso, el único final es la muerte*. Y su suerte es relativa.

Por tanto, no tiene sentido acotar una vida con un final. Hay una constante renovación. Cada momento que parece un final es simplemente un nuevo comienzo: el de una etapa más en el camino.

*Y eso para cada historia particular; una simple reseña en el gran libro de la Historia. Y también, si acaso, sólo existe un principio; llamémosle Big Bang.

Almería-Sevillla Santa Justa (01-11-11)

miércoles, 9 de mayo de 2012

Principios

En cierta ocasión actué en contra de mis principios. Influido por la sociedad, por la gente que me rodeaba, por las circunstancias que fueran, por aquel entonces dejé de ser yo mismo y empecé a comportarme como alguien a quien no conocía.
Podría haberme ido bien, y entonces, quizá, ahora seguiría actuando de aquella manera. Pero, afortunadamente, me fue mal.

Desde entonces sigo esta máxima: estos son mis principios, y si no te gustan, lo siento, no los cambio.

lunes, 7 de mayo de 2012

Microrrelato austeriano

Te encuentras sentado frente al papel en blanco, pensando qué vas a escribir. No se te ocurre ninguna idea; ni siquiera tienes decidido qué tema vas a tratar. Y, de repente, como siempre, surge la chispa y te pones a escribir como un poseso. Las palabras fluyen a borbotones en tu cabeza, hasta acabar en este.


jueves, 3 de mayo de 2012

La piedra de la paciencia


Metro de Madrid. Una chica llega y se apoya al lado del banco en el que te encuentras. Una chica guapa que lee. No demasiado, sin llamar la atención. Salvo la tuya. Una belleza sobria. Alcanzas a ver el título del libro: “La piedra de la paciencia”. El autor lo olvidas en cuanto lo lees, por impronunciable. Lo anotas en tu móvil y ella ve lo que haces. Baja la mirada tímidamente, sus mejillas se colorean. Asoma una ligera sonrisa. Al cabo se sienta a tu lado y juguetea con sus piececitos cerca de los tuyos. Al llegar el tren, dejas que entre delante de ti. Su pelo recogido te permite ver su cuello. Te has enamorado.