lunes, 12 de agosto de 2013

Sigo mi camino

Llegó la noche 99, me levanté, cogí mi silla y me fui. El tren partió, el barco zarpó,... Sostuve durante demasiado tiempo la copa en la mano, para nada. Pero no me arrepiento. Todo lo que te di es tuyo, lo sentía y aún lo siento. 

Soy consciente de que estoy enamorado de la idea que tengo de ti. De ese algo que tienes, eso que Kipling describía tal que así: "No es la belleza, por decirlo así, ni buena charla necesariamente. Es sólo eso". Ojalá fuera menos platónico, más aristotélico.

Porque cuando me ignoras, me duele. Y es que la 'tú' que tengo en mi cabeza, en mi corazón, en mi esófago... esa 'tú' no me haría esto. Pero aún me duele más el hecho de que no llegues a conocerme, de que no me des ni una oportunidad, después de todas las que yo te di.

Sin embargo, ahora es demasiado tarde, princesita. Adiós.