Fue bueno.
Mientras era un sueño, un deseo, un ideal.
Maldito Platón.
Fue bueno.
Cuando era una posibilidad, una potencia.
Maldita Matemática.
Fue bueno.
Y entonces ocurrió.
Pasó lo que tenía que pasar. O no.
Y dejó de ser bueno.
Porque nunca lo fue.
Maldito acaso.