martes, 20 de marzo de 2012

... si me lanzo a darte un beso

No has bebido nada en toda la noche, lo cual es toda una novedad. Pero estás eufórico, como nunca. Son casi las siete de la mañana, pero no sientes cansancio. Algo se ha roto entre tú y la chica que te acompaña. Pero no te importa. Sin pensártelo mucho, te diriges a la morenaza que baila sola en medio de la pista. Sus leggings ajustados resaltan su bonito culo, que llama tu atención desde hace un rato. Te acercas a ella, la coges por la cintura y escenificas teatralmente un baile; un baile cualquiera, inventado. Ella ríe y te sigue el juego. Poco a poco te vas soltando aún más, te desinhibes por completo. No importa la música que suene; la tienes agarrada por la cintura y no la sueltas. Bailáis pegados, tu pierna derecha entre las suyas, y viceversa, rozándoos. Y no parece que quiera soltarse.
Te sientes el rey de la pista. En realidad, puede que estés haciendo el ridículo, pero te da igual. Eso es lo importante; te importa una mierda el resto del planeta.

-Mmmm… Parece que te la estoy poniendo morcillona. ¿Cuándo te vas a lanzar a darme un beso?
- Me temo que eso no va a pasar.
-¿Por qué no?
-Pues porque si hago eso, no podré parar hasta acabar con lo que estoy pensando hacerte. Se podría montar una buena.
-¿Y qué es eso que estás pensando hacerme?

Entonces le susurras al oído:
-Empezaría besándote en la boca. No, así no. Empezaría por el cuello, para subir lentamente hasta sus labios. Entonces te comería la boca larga y lentamente. Volvería a bajar por tu cuello para continuar hasta tus pezones; tranquilamente, sin prisas, desvistiéndote poco a poco. Me entretendría un rato mordiendo, chupando, lamiendo, acariciando,… Subiría otra vez hasta tu boca, para luego bajar hasta tu vientre. Allí me deleitaría jugando con tu ombligo. Después te giraría y me dedicaría a tu espalda. Subiría pausadamente hasta comerte la boca una vez más. Bajaría otra vez, despacio, sin prisas, para acabar mordiendo ese culazo que tienes y que me está volviendo loco. Bajándote despacito los leggings, recorreré tus muslos hasta la corva. Y entonces te giraría otra vez y empezaría a subir por el interior de tus muslos; lengua, labios, dedos,… Y finalmente llegaría al meollo de la cuestión, donde me explayaría largo y tendido.
-¿Y luego? – jadea ella.
- Luego te tocaría trabajar a ti. Me lanzarías por ahí, sobre ese asiento y me montarías cual amazona cabalgando sobre un caballo. Y me follarías salvajemente, hasta no dejar ni una gota. Eso es lo que pasaría si me lanzo a darte un beso.

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