No has bebido nada en
toda la noche, lo cual es toda una novedad. Pero estás eufórico, como nunca.
Son casi las siete de la mañana, pero no sientes cansancio. Algo se ha roto
entre tú y la chica que te acompaña. Pero no te importa. Sin pensártelo mucho, te
diriges a la morenaza que baila sola en medio de la pista. Sus leggings
ajustados resaltan su bonito culo, que llama tu atención desde hace un rato. Te
acercas a ella, la coges por la cintura y escenificas teatralmente un baile; un
baile cualquiera, inventado. Ella ríe y te sigue el juego. Poco a poco te vas
soltando aún más, te desinhibes por completo. No importa la música que suene;
la tienes agarrada por la cintura y no la sueltas. Bailáis pegados, tu pierna
derecha entre las suyas, y viceversa, rozándoos. Y no parece que quiera
soltarse.
Te sientes el rey de la
pista. En realidad, puede que estés haciendo el ridículo, pero te da igual. Eso
es lo importante; te importa una mierda el resto del planeta.
-Mmmm… Parece que te la
estoy poniendo morcillona. ¿Cuándo te vas a lanzar a darme un beso?
- Me temo que eso no va
a pasar.
-¿Por qué no?
-Pues porque si hago
eso, no podré parar hasta acabar con lo que estoy pensando hacerte. Se podría
montar una buena.
-¿Y qué es eso que
estás pensando hacerme?
Entonces le susurras al
oído:
-Empezaría besándote en
la boca. No, así no. Empezaría por el cuello, para subir lentamente hasta sus
labios. Entonces te comería la boca larga y lentamente. Volvería a bajar por tu
cuello para continuar hasta tus pezones; tranquilamente, sin prisas,
desvistiéndote poco a poco. Me entretendría un rato mordiendo, chupando,
lamiendo, acariciando,… Subiría otra vez hasta tu boca, para luego bajar hasta
tu vientre. Allí me deleitaría jugando con tu ombligo. Después te giraría y me
dedicaría a tu espalda. Subiría pausadamente hasta comerte la boca una vez más.
Bajaría otra vez, despacio, sin prisas, para acabar mordiendo ese culazo que
tienes y que me está volviendo loco. Bajándote despacito los leggings,
recorreré tus muslos hasta la corva. Y entonces te giraría otra vez y empezaría
a subir por el interior de tus muslos; lengua, labios, dedos,… Y finalmente
llegaría al meollo de la cuestión, donde me explayaría largo y tendido.
-¿Y luego? – jadea
ella.
- Luego te tocaría
trabajar a ti. Me lanzarías por ahí, sobre ese asiento y me montarías cual
amazona cabalgando sobre un caballo. Y me follarías salvajemente, hasta no
dejar ni una gota. Eso es lo que pasaría si me lanzo a darte un beso.
Los pelos de punta.
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