jueves, 29 de marzo de 2012

Lectura en la boda de David e Irene

Irene, David. Me hubiera gustado ser capaz de escribir algo original para esta ocasión, pero las musas no estaban por la labor. Lo siento.

Así que dejaré que sea otro el que hable. O, mejor dicho, hablaré a través de las palabras de otra persona. Y esa persona no es otra que el poeta libanés Jalil Gibrán, quien en su obre “El profeta” habla así del matrimonio:

Cuando el amor os llegue,
seguidlo,
aunque sus senderos sean
arduos y penosos.

Y cuando os envuelva bajo
sus alas, entregaos a él,
aunque la espada escondida
entre sus plumas os hiera.

Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz sacuda vuestros sueños
como hace el viento del norte
que arrasa los jardines.

Nacisteis juntos y
juntos permaneceréis para siempre
Pero dejad que crezcan espacios
en vuestra cercanía.

Y dejad que los vientos del cielo
  dancen entre vosotros.

Amaos (el uno al otro) con devoción,
pero no hagáis del amor una atadura.
Haced del amor un mar móvil
entre las orillas de vuestras almas.

Llenaos uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis de una misma copa.
Compartid vuestro pan,
pero no comáis del mismo trozo.

Cantad y bailad juntos,
  y estad alegres, pero que cado uno de
vosotros sea independiente.

Las cuerdas de un laúd
están separadas, aunque vibren con la misma música.

Dad vuestro corazón, pero no para que
vuestro compañero se adueñe de él.
Porque solo la mano de la vida puede
contener los corazones.

Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares sostienen el templo,
pero están separados.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés,
ni el ciprés bajo la del roble.


Espero que os hayan gustado estas palabras, y que disfrutéis, tanto como yo, de este día tan especial que nos han regalado nuestros amigos David e Irene.

Muchas gracias.

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