No existen los finales felices.
Ni tampoco los tristes. Pero eso es porque no existen finales, ni principios.
Si acaso, el único final es la muerte*. Y su suerte es relativa.
Por tanto, no tiene sentido
acotar una vida con un final. Hay una constante renovación. Cada momento que
parece un final es simplemente un nuevo comienzo: el de una etapa más en el
camino.
*Y eso para cada
historia particular; una simple reseña en el gran libro de la Historia. Y
también, si acaso, sólo existe un principio; llamémosle Big Bang.
Almería-Sevillla Santa Justa (01-11-11)
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